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 México, su historia parte 8

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MensajeTema: México, su historia parte 8   México, su historia parte 8 EmptySáb Ene 10, 2009 6:21 pm

El crecimiento económico

El crecimiento en la economía obedeció a causas más profundos que las reformas borbónicas. De condiciones específicas de la estructura social y económica de la nueva España. Condiciones internas. Se observa en el cuadro un lento, pero progresivo aumento de la población, como prueba de esto.

la población

Se observó una recuperación importante de la población de la nueva España en la segunda mitad del siglo XVI.

Hay una distribución de los habitantes geográficamente desigual, México, Puebla, Guadalajara, Michoacán, Querétaro y Guanajuato es la zona más poblada, seguida por la región sudeste; Oaxaca y Yucatán, dejando casi sin blanco la faja más cercana a las costas y la extensión de tierra que pasó luego a los Estados Unidos.

La colonización del Norte que se inicio desde mediados del siglo XVI hasta la segunda mitad del XVII, por nuevos filones de plata.

La penetración de rusos, anglosajones y franceses en la frontera norte provocó una corriente migratoria que dio lugar a la formación de nuevos reales de minas. Los reales de minas más al sur, los presidios militares y las misiones jesuitas y franciscanas casi nunca formaron poblaciones de más de mil habitantes, como en el norte minero, el rasgo distintivo de estas aglomeraciones era volverse autosuficientes y autárquicas.

Los bienes que no se producían en el lugar se traían del centro, en caravanas que tardaban meses en hacer el difícil recorrido de las regiones desérticas, montañas y ríos, además de planicies desoladas. Se formo una sociedad y una economía distintas de la del centro y sur. Los pobladores se habituaron a bastarse a sí mismos porque allí no había indios de paz que trabajaran por ellos.

El Bajío desde 1790, era señalada como la más densamente poblada de todo el Reino. A diferencia del centro del país, se desarrolló una población no aglomerada en una u dos ciudades, si no en islotes que eran interdependientes entre sí.

Las comunicaciones entre esas ciudades eran débiles, era notable su dependencia del centro del país. De cresta manera todas las transacciones eran controladas desde la ciudad de México. Así entre más lejos estaba una población del centro, más dependía de él. Esto explica que hacia 1689 gran número de españoles residentes en la ciudad de México, se dedica al comercio. Después de comercio, los españoles de la península, monopolizaron la burocracia, la gran mayoría de los altos puestos eran de españoles.

Los españoles nacidos en México siempre fueron considerados como una raza de segunda clase, no podían aspirar a puestos políticos, estuvo los orillo a convertirse en abogados, sacerdotes o militares. En ello encontraron los fundamentos ideológicos para darse cuenta de su condición de ciudadanos de segunda clase. Asimismo, fortalecieron la conciencia de un sentido patriótico, de este grupo saldría más tarde la ideología y los caudillos de la revolución de independencia.

La fuerza de trabajo en y si sustentaba la sociedad tuvo una recuperación importante en el siglo XVIII.

El comercio exterior y la minería.

Al hablar del comercio exterior hay que referirse a los almaceneros de la nueva España, y sus contrapartes de Sevilla. Un acuerdo común unió a los comerciantes de uno y otro lado; mantener el monopolio comercial para su beneficio exclusivo.

La corona tuvo un control excesivo del tráfico con las colonias, con lo que el comercio exterior quedó rezagado ante el de otros países.

Cuando en 1778 los Borbones liquidaron el sistema de flotas y otorgaron libertad a todos los puertos y comerciantes americanos para realizar sus transacciones con España. Fueron los pequeños comerciantes del interior quienes más resueltamente se identificaron con estas medidas, aprovechando la coyuntura para oponerse al consulado de México.

La primacía de la ciudad de México fue también vulnerada por el contrabando, otra consecuencia del sistema comercial Los fletes altísimos que se cargaban a las mercancías para cubrir el costoso transporte de las flotas, de los múltiples impuestos que la corona imponía al comercio para obtener los ingresos que no le daban en la península, aumentaban el precio de venta de estas mercancías que invitaba al contrabando.

Se le otorgo a Inglaterra el permiso de la trata de negros con la nueva España, más un permiso para introducir mercancías en Veracruz, y otros puertos. Por estos conductos y el contrabando, los ingleses inundaron los mercados de la nueva España con mercancías baratas y calidad.

Las guerras de la metrópoli con Inglaterra y otros países, lograron que Inglaterra impusiera un bloqueo hacia las colonias, con lo que se aumentó el tráfico con navíos norteamericanos que sirvieron de enlace entre las colonias y la corona. A principios del siglo XIX y comercio estaba profundamente penetrado por los intereses comerciales del vecino del Norte, y la mayor parte de las transferencias se hacían en bancos norteamericanos.

La agricultura.

La agricultura experimentó un desarrollo aún más vigoroso; pero no fue parejo el crecimiento rápido de la producción en el Bajío, Guadalajara, Michoacán y el norte extremo.

En el norte extremo, los cueros, el ganado en pie, la lana y las carnes saladas representaban los principales productos de exportación de estás zonas. La región central y sur del país siguió el crecimiento general.

Chalco, Atengo y en el valle de Toluca, satisfacía la demanda del gran mercado de la capital. El trigo y la cebada los importaba del Bajío y de Puebla. Los valles de Puebla Tlaxcala, productores importantes de maíz, frijol; redujeron sus sembradíos de trigo.

La grana cochinilla tuvo un gran desarrollo en la primera mitad del siglo XVIII en Oaxaca, pero se estanco y decayó a finales del siglo.

En la intendencia de Veracruz, el cultivo de cereales tradicionales cubría sobradamente las necesidades internas, y con frecuencia se quemaba gran es parte de la producción de maíz. Falta de compradores. Durante y siglo XVIII los cultivos de la caña de azúcar y la vainilla, se desarrolla.

La agricultura del Bajío, Guadalajara, Michoacán y el norte era más comercial y estos orientada a mercados situados fuera de la región. La que se practicaba en el centro y sur se auto consumía que gran parte y sólo una porción pequeña de ciertos cultivos salía al exterior.

El Bajío, Guadalajara, Michoacán y el norte los dueños de la tierra son criollos, mestizos y castas, sin que falten los españoles e indígenas, pero que número reducidos.

El mercado género estas diferencias; uno amplio, abierto y en expansión. , Se sumó en el Bajío y el norte. Cuya penetración en ese mercado dependía de su capacidad de ofrecer precios bajos, la reducción de los precios no podía conseguirse rebajando los salarios o explotando más la mano de obra, porque esta era escasa.

A la inversa, la agricultura que se desarrolla durante y siglo XVIII en la parte central y sur del país arrastraba la herencia de las practicas indígenas tradicionales, y las deformaciones de la hacienda latifundista, que se había edificado sobre la explotación de la mano de obra y el control monopolico de los reducidos mercados urbanos.

En nueva España, la crisis agrícola originados por la reducción violenta de las cosechas fue mucho más intensa y dramática que en las sociedades europeas de la misma época porque la mayor parte de la población dependía de un solo producto, el maíz. El hambre, las caravanas de inmigrantes, la propagación de enfermedades y el incremento de los desocupados y mendigos, creó un ambiente de tensión y zozobra en las ciudades que culminaba en el motín o el incendio de las casas y graneros de los acaparadores.

Apenas se difundía la noticia de la pérdida de las cosechas, pequeños y medianos agricultores eran asediados por los acaparadores, quienes los presionaban a vender las pocas reservas que tenían del año pasado.

El campo se quedaba sin reservas desde los primeros días de crisis.

Cuando la mayoría que la población padecía, los hacendados y acaparadores obtenía sus máximas ganancias al vendedor a precios altísimos los granos y alimentos. Esto hacía a la hacienda una unidad beneficiaria de los efectos de la crisis, también le obtuvo el monopolio de la oferta de alimentos cuando todos sus competidores estaban arruinados

.

La desigualdad periódica de las cosechas afecto asimismo el régimen de propiedad de la tierra, los pequeños, medianos y grandes agricultores muestran que en tanto los últimos siguieron produciendo al año siguiente de la crisis, los primeros y los segundos se reponían con gran dificultad, o no lo lograban y hasta dejaban de ser propietarios. Pero así como el pequeño agricultor no soportaba dos o tres años malos, el gran hacendado difícilmente sobrevivir a tres o más años continuamos de buenas cosechas y precios bajos. Todos los estudios recientes muestran que una familia muy pocas veces lograba conservar sus tierras más allá de la tercera generación.

La iglesia con enorme peso social, político y moral, le abrió tres vías para intervenir directamente en la agricultura; 1) como propietaria; 2) como receptora del impuesto pagado por los agricultores, y 3) como prestamistas de la mayor parte de los agricultores.

Uno de los soportes sobre los que se levantó la potencia de la iglesia fue el diezmo. Era un impuesto sobre la producción bruto. El pago del diezmo se hacía en especie, pues en ciertas épocas y regiones se hizo en dinero, en los años de mala cosecha obtenían grandes ganancias, como muestran sus entradas por venta del diezmo en los años de crisis. La iglesia recibía donaciones, legados testamentarios y diversos bienes de toda la población.

Los conventos y juzgados de capellanías y obras Pías dedicaron una parte de su capital a la compra de propiedades y otra muy considerable la prestaban bajo garantía hipotecaria. Los mayores beneficios de estos préstamos fueron para los agricultores, quienes ante cualquier emergencia acudían al juzgado de capellanías en demanda de tal o cual cantidad, que aseguraban pagar en término de cinco o nueve años, obligándose a dar anualmente cinco por ciento del total del dinero recibido en préstamo.

Inestabilidad social y desajuste político.

Las grandes transformaciones administrativas, políticas, económicas y sociales que padece el país en esta época no producen estabilidad, ni el movimiento de 1810 es provocado principalmente por una revuelta popular que viera en él la vía para una solución de sus aflicciones sociales y políticas.

Desequilibrios de la sociedad novohispana ocasionados por el rapidísimo crecimiento económico y las reformas borbónicas que lo acompañaron.

En nueva España la división crecimiento de los años 1770-1800 produjo efectos desestabilizadores, rompió un lentisimo reacomodo económico social, como por que se dio en el seno de una sociedad extremadamente desigual. Una de sus consecuencias fue desplazar del polo del crecimiento económico y de la concentración de la riqueza del centro del país hacia el Bajío, el occidente y el norte.

Otra consecuencia, buscada por las reformas económicas de los Borbones, fue el fortalecimiento del sector externo de la colonia, con el fin de hacerlo más dependientes de la metrópoli.

Así, al mismo tiempo que las reformas económicas y de política fiscal tornaron a Nueva España más colonia que nunca, el efecto multiplicador que tuvieron estas reformas en la economía interna, destacó la certeza, por una parte, de que la metrópoli solo cuidaba de sus intereses y que éstos solían contraria los de la colonia; Y por otra, que nueva España era auto suficiente, que su desarrollo y potencialidades podrían ser mayores si prescindía de su atadura con España.

Si el auge económico fue casi general, el reparto de sus beneficios, al contrario, no fue nada equitativo, dada la tremenda desigualdad social existente. El malestar y las expectativas provocadas por este reparto desproporcionado se intensificaron, por causa de la política que adoptó la corona con determinados grupos. Ganó privilegios al grupo de mineros y dejando a los agricultores y empresarios criollos fuera de las grandes ganancias, no tenían acceso a las retribuciones sociales y políticas que se daban a los españoles.

La presión tan intensa y generalizada que en esta época se ejerció sobre el grupo indígena sólo tiene comparación con los peores momentos de la conquista y primeros años de la colonización, muchas de las principales instituciones sociales y culturales que aún conservan fueron dislocadas o quebrantadas por el acelerado proceso de cambio económico que se vivió en que 1750 y 1800. Las tierras comunales sufrieron ésta ves el asalto combinado de la hacienda y el rancho en expansión; grandes haciendas, ingenios azucareros, ranchos y estancias ganaderas convirtieron a los campesinos tradicionales en peones y jornaleros.
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